lunes, 10 de mayo de 2010

¿Relaciones inconclusas: obsesión garantizada?

En un mundo así de tóxico me pregunto si llega un punto en el que nosotras mismas nos convertimos en las artífices de nuestra propia angustia. Con los tiempos que corren donde todo tiene una explicación, un por qué y un significado puede ser que nos hayamos acostumbrado tanto que cuando todo esto nos falta, y más aún cuando de hombres se trata, nos enloquecemos de una peculiar y loca manera. ¿Será así?

Porque puede ser que una relación inconclusa resulte tan molesta como un grano que usualmente te sale en el mismo lugar. Es una presencia volcánica que la observás todo el tiempo, te sienta peor que mal y querés que no esté (pero está y descaradamente no se va), te la pasás pensando por qué te salió y hasta que no le encontrás una explicación no podés dejar de pensar en ese intruso y sólo lográs olvidarte del asunto cuando dentro de tu enmarañado cerebro accedés a una explicación “lógica”. Siendo ahí el momento decisivo: lo erradicás de tu vida o dejás que se vaya con el tiempo.

Pero lo tortuoso del asunto es el proceso de encontrar la explicación que nos satisfaga porque cuando decimos “lógica”, nos referimos (y hagamos un mea culpa femenino) a una interpretación un tanto descabellada si se quiere, elaborada con conceptos cuasi psicológicos de libros de auto ayuda, mix de frases de artículos de revistas, consultas al tarot on line, largos debates con las chicas deliberando sobre el tema, alto espionaje de información, captación-traducción de miradas y gestos, tráfico de chismes en redes sociales, análisis de los astros, infaltable una comedia romántica (que te termina confundiendo más porque siempre terminan bien) y sobre todo intentos por evadir la realidad (con alcohol sobre todo, en mi caso vino) y todo esto hasta que tus amigas te sientan y te dicen que la cortes definitivamente. Estás obsesionada.

Y sí, los finales abiertos no son nuestros predilectos. Porque es en esta búsqueda por resolver el misterio y llegar a una conclusión donde freakeamos y llegamos a fantasear con todos los desenlaces posibles dentro de una mente totalmente trastornada por las circunstancias, por el alcohol, por las amigas y por todos los dramas novelescos que nos venimos fumando desde que somos chicas (e irónicamente la mayoría escrita por hombres).

Algunos teóricos especulan que las mujeres somos víctimas de una sola pasión: los hombres. Y que ellos tienen varias como los deportes, los amigos, la Play Station, su trabajo y las minas (y en ese orden de prioridades al parecer también). La hipótesis indicaría entonces que al tener varios temas en que ocupar su energía no manifiestan tanta preocupación si uno de ellos queda pendiente porque tienen el resto para compensar. En realidad el interrogante en este caso sería en primer lugar si se llegan a dar cuenta de que hay asuntos que necesitan un cierre, si le dan la misma importancia que nosotras y si consideran algo inconcluso a lo mismo que nosotras, porque es muy probable que manejemos distintos códigos en este aspecto. Pero ese es ooootro tema.

Lo que es evidente es que en materia de relaciones tenemos una llamativa imaginación, no somos para nada simples y carecemos de la capacidad de pasar sin dramatismo de una cosa a otra si no concluimos la primera. ¿Será que nosotras por nuestra naturaleza femenina necesitamos mantenernos entretenidas y focalizar nuestro pensamiento en algún ser masculino entre chongo y chongo? ¿Toda nuestra complejidad se reduciría a un único y viril concepto entonces? No creo.

¿O es que sólo necesitamos un respetuoso punto y aparte para poder seguir nuestra historia y no unos desfachatados puntos suspensivos?